En tránsito del duelo (parte 1)

LML
5 min readMar 12, 2022

Estamos transitando el duelo por la pérdida del “jefe espiritual de la nación”: el peronismo. No hablo del movimiento peronista que se lo ve vivito pero principalmente coleando. El duelo que la sociedad transita es más profundo. Es el de saber que el sueño del peronismo como el único partido capaz de resolver problemas se desvaneció.

Es difícil precisar cuándo. Pero meses atrás empecé a ver en mis redes sociales privadas que personas que nunca antes se habían atrevido a criticar el peronismo empezaban a compartir chistes acerca de su inviabilidad. Personas que en otro momento hubiesen saltado en su defensa empezaban a quedarse callados. La sociedad perdió el miedo a criticar al peronismo. Ya no se teme, o vive con orgullo, que le digan gorila.

En su fragor por concretar sus Veinte Verdades, los peronistas tuvieron que violar consistentemente los diez mandamientos, los siete pecados capitales, y códigos civiles y penales. Somos testigos de la manifestación de su verdad “primero la patria, después el movimiento y luego los hombres”. La patria es esto que vemos. El movimiento fue lo primero. Lo del hombre se cumplió. Lo dejó último. Y por cierto, ninguna de las veinte verdades peronistas menciona a las mujeres.

El duelo por la pérdida afecta no solo a quienes abrazaron las verdades peronistas y las transmitieron a sus descendientes. Afecta también a un amplio sector de la sociedad que, aunque aborrezca del peronismo, le reconocía cierto poderío que transmitía seguridad, protección. El macho alfa dejó de proveer a la manada.

Un sector amplio de la oposición al peronismo también está desorientada ante este duelo. Se vio con transparencia en el debate del último mes por el acuerdo con el Fondo Monetario. Tienen un contendiente grogui tambaleando en el medio del ring y la actitud es ir a sostenerlo. La actitud de la oposición es la de alargar la pelea, darle nuevas vidas. Quizás no esté mal. Pero es el ejemplo cristalino del proceso de duelo. La ausencia del peronismo los expone a crear un proyecto alternativo del que carecen. El futuro no es el no-peronismo. El futuro es algo nuevo, diferente.

El argumento que encontraron es el de “salvar el interés de la nación”. Lo twittean como orgullosos rescatistas de la patria y sobreprotectores de la sociedad. No, mis amigos. Lo que están salvando es al peronismo, ninguna nación. A los ciudadanos, su voto heroico no nos cambia la vida en nada. Si el peronismo no quiere salvar la nación (en el caso que eso fuera no caer en default) es porque no sabe, no quiere o no puede. Pero no quieran convencernos que ese rol tibio, embanderado en discursos encendidos, logra esconder algo.

Toda la sociedad vió esta última versión del peronismo deAlberto Fernández desparramado en la arena en su intento de atajar un penal a un niño. Ya no hablamos de hacer un gol en primera, era atajarle un penal a un niño. Nos cuesta verlo. Lo vivimos en silencio, porque las intervenciones públicas de Alberto Fernández nos dan vergüenza.

En el intento por negar el desvanecimiento del peronismo, se magnifican las peleas de la oposición. Pero eso no prende. La sociedad ya pudo ver un gobierno de Cambiemos durante cuatro años, un mandato completo, de un gobierno no peronista, de democracia auténtica, con pleno ejercicio de las libertades, con libertad de prensa como nunca desde el regreso de la democracia, integrado al mundo.

También se desmorona el tamborilleo del “fracaso económico de Macri”. Ya no tracciona. Los años del gobierno de Cambiemos fueron duros. Pero el esfuerzo de la sociedad empezaba a dar sus frutos. La macroeconomía se estaba ordenando. La infraestructura, indispensable para el desarrollo, se estaba recuperando. Las inversiones en el sector energético permitieron recuperar el abastecimiento y se había empezado a exportar. La lucha contra la corrupción, indispensable para atraer inversiones serias y de largo plazo, estaba progresado en los rankings mundiales. De haber seguido el gobierno de Cambiemos, la actual crisis energética global debido a las sanciones a Rusia hubiera desencadenado mayores inversiones en Argentina. Las oportunidades para el campo hubieran sido inigualables. Hoy Estados Unidos prefiere negociar con Maduro antes que con Alberto Fernández.

Pero la gente no lo veía en su bolsillo, dirán. Seguro. “El crecimiento tiene su temporada; hay primavera y verano, pero hay también otoño e invierno; y luego primavera y verano de nuevo”, diría Chauncey Gardiner. Pero eso también es mentira. Aún en medio de ese esfuerzo, en julio de 2019 (el mes anterior a las elecciones PASO) el salario mínimo era de 329 dólares. En febrero de 2022 fue de 165 dólares. Votar a Alberto Fernández significó bajarse el poder adquisitivo a la mitad. No quisiera estar en la piel de un votante de Alberto Fernández que padeció la muerte de un familiar por COVID-19 como consecuencia del robo y pésima gestión de las vacunas.

Suelo escuchar que la sociedad argentina padece de anomía. Prefiero pensar, como dicen, que “es más complejo”. Después del esfuerzo de años, y los eventos de los últimos dos, la sociedad se ve agotada mental y físicamente para sobrellevar este momento. En este contexto, la prioridad está en resolver lo urgente. Cualquier esfuerzo extra, sueño, se pone en la hornalla de atrás de la cocina. Pero en desesperanza, nada supera la generada por la pérdida del peronismo cuando casi toda una nación tuvo durante décadas sus expectativa depositada allí.

Negación, ira, negociación, depresión, aceptación, ¿Qué fase del duelo estaremos transitando? Cuando finalmente la superemos nos esperan dos opciones: consolidar nuestro destino actual hacia la pauperización o intentar el tránsito de un camino hacia el desarrollo y la prosperidad. Esta opción es dificilísima. La otra no, es solo cuestión de seguir. A diferencia de otras ocasiones, este ya no es un problema de los políticos. Hoy existen opciones. La sociedad puede comparar el proyecto actual del peronismo con el de hace dos años.

Si eligiéramos esquivar la polenta eterna, el corte de luz inesperado, la inviabilidad santacruceña, el camino sería duro. Ningún actor relevante se anima a decirlo. Se evitan las malas noticias. Pero de nada sirve esconderlo. Podremos solo elegir si el dolor preferimos sufrirlo de golpe o administrado a lo largo de años. En cualquier caso el camino será largo. Nos tendremos que acostumbrar a valorar cada pequeño paso que demos. Resolveremos los problemas de a uno, nos levantaremos cada mañana más ilusionados, nuestro humor social ira cambiando de manera imperceptible. Habrá que esforzarse para verlo, pero estará allí.

Uno de los legados del peronismo más incrustado en nuestra psique es el designio de que esto no se puede cambiar, de que no hay un rumbo alternativo. Es una resignación extendida en la sociedad. En el caso de los peronistas porque es el destino elegido. En el caso de quienes no lo son por la creencia de que ese rumbo es imposible de torcerse. En el fondo uno y otro pensamiento contribuyen a consolidar la supervivencia en base a paliativos (palabra inmunda paliativo).

La declinación argentina no es un desastre natural. Es un desastre generado por el hombre argentino. El principal desafío que enfrentamos es el de cambiar esta mentalidad. No hay cosecha, no hay tipo de cambio, no hay préstamos, no hay milagro que nos salve. Y las opciones son solo dos.

@7saltamontes

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